El culebrón de los vinos: Kami no Shizuku

shizukuEl crítico de vinos es un animal de la modernidad, pero a veces exageran. Es el caso de quien podría ser considerado como uno de los mejores de todo el mundo, si el éxito se midiera por el número de seguidores y de botellas vendidas. Bueno, lo curioso es que esa persona no existe. Y su nombre es Shizuku Kanzaki.

Hace poco encontré, al fin, un ejemplar de las aventuras de Shizuku como catador, tituladas “Las gotas de dios” (Kami no Shizuku). Estaba seducido por la idea de que un personaje de cómic estuviera generando tanto revuelo y fuera considerado como parte de un gremio cuyos integrantes parecen tener mucho aprecio por su tangibilidad.


Es un manga japonés, en este caso traducido al francés. Típicamente en este género, se lee de atrás para adelante. Y la dedicación al vino es total, desde el prólogo a cargo de un experto, hasta las notas finales
donde se analizan botellas y viñas. Dicho esto, la historieta misma es un culebrón que podríamos denominar ‘enosentimental’.

La trama del es, valga la obviedad, anecdótica. Lo relevante en este caso es que este personaje de cómic estremece los mercados. Cada semana, sus aventuras son seguidas por cientos de miles de fans. Las
preferencias de vinos de Shizuku Kanzaki o de su archirival Issei Tomine (quien acapara las escenas de cama), se reflejan automáticamente en las ventas de licorerías y restaurantes.

Todo esto ocurre en Japón, en Taiwán, en Corea del Sur, tierras de monstruos cinematográficos y guerreros voladores, y mercados poderosos y llenos de oportunidades para el vino.

Había leído algunos artículos sobre este fenómeno en algunos diarios europeos. Tener en las manos el libro con el manga es un poco desilusionante. Por un lado la historieta es bastante simple y sensiblera, un producto para el estante de las ‘románticas’ con chicos y chicas guapas, pequeñas dosis de erotismo. Pero además los protagonistas recorren unos cuantos lugares comunes al alabar los vinos y sus aromas y reminiscencias. Eso sí, el planteamiento casi cinematográfico del manga permite que cada probada de vino esté cargada de tensión.

Además, y esto es fundamental, los buenos vinos ‘transportan’ al personaje, y lo hacen tener visiones reveladoras.

Como producto es curioso, dado que trae incrustada una guía de vinos, y que si bien los personajes no existen, todos los vinos nombrados en la serie son reales. Por supuesto, ningún crítico de vinos del mundo tiene tantos seguidores como un libro de manga japonés, que además ya ha sido llevado a la TV (http://www.youtube.com/watch?v=UTvqSgAJ4pE)

El telón de fondo de todas las aventuras es la búsqueda por parte de los dos rivales especialistas de vinos de un conjunto de botellas denominadas “Los 12 apóstoles”. En el camino hay viajes, hay chicas, hay malos, amores tácitos, y muchos pero muchos tragos.

Los autores del guión son dos hermanos (él y ella), quienes operan bajo el seudónimo de Tadashi Agi, y quienes según el rumor popular poseen una bodega de vinos antisísmica donde albergan más de 3.000 botellas con una preferencia por los vinos franceses. El dibujante es Shu Okimoto, quien confiesa ano haber sabido nada de vinos al comenzar la serie y ahora le encantan aquellos a base de Merlot de Pomerol o Saint
Emilion.

Al final, debo confesar que el culebrón se lee bien. De tan exagerado, es cool. “Es como hundir tus dientes en una fruta carnosa, sólo que es una fruta de otro mundo”, comenta el protagonista tras probar vino de
una de sus innumerables copas. Y a menudo aparece una mujer fatal y bebedora dispuesta a secundarlo y seducirlo. No es la primera vez que he querido ser un comic. Uno termina como con sed.

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