Syrah, carne, grosellas, o todo lo contrario

En tiempos aéreos, las bolsitas para vómito de los aviones sirven como bloc de notas: la superficie es tersa, el bolígrafo transita con suavidad. De repente reaparece una de esas y al desdoblarla trae apuntes con el recuerdo súbito de una nota de cata sobre un vino syrah de extravagantes cualidades. Son críticas tan complejas, que causan gracia y también un poco de estupefacción, pero no contribuyen a la sed mitológica.


Esta nota llegaba a un límite previamente desconocido para mi. El vino, decía el crítico en un artículo leído al azar durante un viaje, tenía “notas inquietantes de carne” y, como es habitual con cierto tipo de crítico, comandaba beberlo con cordero pues “sólo así puede ser aceptado”. Me pareció interesante por lo insólito y por eso lo apunté en la bolsita del avión.

Ya sabemos que los críticos de vinos recurren a comparaciones casi poéticas, pero no había visto o registrado lo de la carne. ¿Carne cruda, o cocida, o a la leña? ¿bistec o costilla? ¿o se refería a una rara solidez con evocaciones cárnicas al introducir en la boca un vino con tanto cuerpo? ¿carpacciosso tal vez?

Al final, por supuesto, uno no piensa en el vino, sino en los misteriosos senderos que toma la crítica. En general, tan sofisticada. La parte más dura de tragar es la de todas esas frutitas, con procedencia y todo: ¿existen esas frutas, esas moras del bosque o las fresas salvajes del sur o del norte o del este?

La lectura me hace pensar en la fruta. El vino no parece tan especial en comparación. Justo hoy leí esta lista de cualidades para un vino carmenere chileno, en inglés, que probablemente pertenece a un aficionado con aspiraciones: “tamarillo, chinese gooseberry, persimmon. It’s nuts, but totally, uncontrollably seductive. Rhubarb and blackberry tart. Licorice. Carbide. Ozone”. Curiosamente.

Una de las frutas más citadas es la grosella. Que si color de grosella, que si aroma de grosella. Personalmente conozco la palabra, pero no sabría identificar una grosella, no creo haberla comido nunca. Ahora, si un syrah recuerda a la grosella, tal vez puedo imaginarla, la fruta, a partir del vino. ¿La grosella es una fruta? ¿existe? De repente dudo del mundo a mi alrededor.

Según me han dicho, los nuevos críticos de vinos estudian y se forman. Al parecer, se espera algo parecido de los lectores.

Con respecto al vino, hay cosas que tal vez son interesantes de saber: si es seco, grueso, persistente, o si tiene características identificables, como especias, o frutas (en general, sin especificar, por favor), o alguna hierba conocida. Pero que sugieran sentir sabor a tarta de ruibarbo…. Es cierto que hay toques especiales, pero a veces pienso que eso… debería ser más íntimo.

El especialista en vinos además puede decirte qué debes comer con ese vino, o viceversa. Ay, cordero de dios, estamos en tiempos en los cuales las reglas están debilitadas y el acceso a vinos buenos y malos aumentó sideralmente. Son tiempos de pescado con vino tinto, de temperaturas rupturistas.

Y de sensaciones personales. Bueno, tal vez me falta imaginación para entender este mundo. Dicho lo cual vuelvo a doblar la bolsita para vómitos y la lanzo al tacho de la basura.

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